miércoles, 27 de enero de 2010

Rastreadora del 11-27 de Enero.

VIDA FAMILIAR, ESCOLAR Y SOCIOLABORAL-SINDROME DE DOWN.
Un niño con SD es, ante todo, una persona con toda una vida por delante, la responsabilidad de los padres, de la comunidad en la que habitan, de los estados, consiste en facilitarles un entorno social y educativo adecuados a sus demandas. Esos requerimientos son de pura justicia, apuntan sencillamente a que estas personas consigan, a través de un proceso educativo integrador que los estimule y extraiga de ellos sus mejores cualidades, convertirse en ciudadanos partícipes de una sociedad que necesita de todos.

La vergonzante tradición de personas discapacitadas apartadas de un sistema educativo normalizado, de una participación social, laboral, activa, e incluso subestimadas, relegadas en el seno de las propias familias, debe ser únicamente un triste retrato del pasado. En la actualidad hemos de reconocer, por mucho que nos quede por conseguir, que el reconocimiento social, la integración escolar y sociolaboral, al menos en los países desarrollados, van en claro aumento, lo cual se traduce, junto a los avances en el estado de salud general, en una mejora de la calidad de vida de estas personas.

A priori, con respecto a los demás niños, los que tienen SD parten con una ventaja: conocemos en cierta medida las dificultades que van a tener que afrontar a lo largo de su desarrollo, por tanto podemos comenzar desde muy pronto a allanar el camino.

EN LA FAMILIA.

El entorno básico, inicial, de cualquier persona es la familia. Comienza aquí, inexcusablemente, el trabajo para proporcionar a las personas con SD las condiciones más favorables para su desarrollo.

Aunque el niño con SD sea, desde los primeros momentos, objeto de una atención intensiva por parte de los médicos y educadores no debe olvidarse que, como cualquier otro niño, debe estar rodeado de la gente que lo ama, lo estima, lo admira... y se lo demuestra. Pero esto no debe convertirse con el tiempo en una sobreprotección que anule las iniciativas y la intimidad de los chicos, ¡o la de los propios familiares!.
La familia debe conseguir la máxima cantidad de información y hacer partícipes de ella a los amigos y vecinos. Con su actitud, los padres marcan la pauta de comportamiento de las personas que rodean al niño, según lo traten los padres así lo tratarán los demás. La familia es la plataforma de lanzamiento para que los chicos con SD empiecen su integración en el barrio, en sus entornos más inmediatos. Probablemente, la idea central es normalidad, el joven con SD es como cualquier otro, con sus derechos, obligaciones y expectativas. Estos avances iniciales en la integración social constituyen los primeros pasos para las futuras posibilidades de autonomía y son fuente de satisfacción para el conjunto familiar.

EN LA ESCUELA.

El sistema educativo, junto al natural concurso de la familia, ha de proporcionar las habilidades necesarias para que los jóvenes lleguen a ser ciudadanos autónomos y útiles a la comunidad, esto, evidentemente, es válido para el conjunto de la población y en las personas con SD se convierte en algo esencial de cara a una integración social que tradicionalmente ha resultado dificultosa precisamente por la carencia de un proceso escolar adecuado.

En relación a las discapacidades, hoy no se discute que la educación debe seguir un esquema integrador, todos los individuos han de pasar por un sistema único que no establezca diferencias de partida, útiles solamente para convertir en crónico ese distanciamiento social que un sistema educativo segregacionista impone desde un principio.
Con anterioridad a la etapa escolar en sentido estricto, es necesario que los niños con SD reciban una estimulación precoz, de gran ayuda para el desarrollo temprano de habilidades que de otra forma se conseguirían con más dificultad.

Junto a dicha estimulación precoz, la actitud normalizadora que asume en la actualidad la famila desde un principio, constituyen condiciones de partida favorables para que la educación integradora cumpla sus objetivos.

El sistema educativo español, a partir de lo dispuesto en la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), mantiene los siguientes principios:

Artículo 36
1. El sistema educativo dispondrá de los recursos necesarios para que los alumnos con necesidades educativas especiales, temporales o permanentes, puedan alcanzar dentro del mismo sistema los objetivos establecidos con carácter general para todos los alumnos
2. La identificación y valoración de las necesidades educativas especiales se realizará por equipos integrados por profesionales de distintas cualificaciones, que establecerán en cada caso planes de actuación en relación con las necesidades educativas específicas de los alumnos.
3. La atención al alumnado con necesidades educativas especiales se regirá por los principios de normalización y de integración escolar.
4. Al final de cada curso se evaluarán los resultados conseguidos por cada uno de los alumnos con necesidades educativas especiales, en función de los objetivos propuestos a partir de la valoración inicial. Dicha evaluación permitirá variar el plan de actuación en función de los resultados.
Artículo 37
1. Para alcanzar los fines señalados en el artículo anterior, el sistema educativo deberá disponer de profesores de las especialidades correspondientes y de profesionales cualificados, así como de los medios y materiales didácticos precisos para la participación de los alumnos en el proceso de aprendizaje. Los centros deberán contar con la debida organización escolar y realizar las adaptaciones y diversificaciones curriculares necesarias para facilitar a los alumnos la consecución de los fines indicados. Se adecuarán las condiciones físicas y materiales de los centros a las necesidades de estos alumnos.
2. La atención a los alumnos con necesidades educativas especiales se iniciará desde el momento de su detección. A tal fin, existirán los servicios educativos precisos para estimular y favorecer el mejor desarrollo de estos alumnos y las Administraciones educativas competentes garantizarán su escolarización.
3. La escolarización en unidades o centros de educación especial sólo se llevará a cabo cuando las necesidades del alumno no puedan ser atendidas por un centro ordinario. Dicha situación será revisada periódicamente, de modo que pueda favorecerse, siempre que sea posible, el acceso de los alumnos en régimen de mayor integración.
4. Las Administraciones educativas regularán y favorecerán la participación de los padres o tutores en las decisiones que afecten a la escolarización de los alumnos con necesidades educativas especiales.

EN EL TRABAJO.

"El trabajo es la clave de la independencia y el autorespeto para llegar a la categoría de adulto, la persona se ha de sentir realizada en el aspecto laboral, de autonomía personal y de participación en la vida social" (OCDE).

La participación social mediada por el disfrute de un puesto de trabajo es todavía una gran asignatura pendiente para las personas con SD, cabe esperar que la mejora gradual de los sistemas formativos y la creciente sensibilización social, que no es más que un conocimiento más profundo y real de la verdadera naturaleza de esta u otras discapacidades, vayan traduciéndose poco a poco en una presencia más contundente en el mercado laboral.

Hoy en día, es necesaria la reivindicación de una mayor cantidad de oportunidades en este campo y el movimiento asociativo debe responsabilizarse de esta lucha. De hecho son cada vez más los ejemplos de importantes proyectos elaborados desde las asociaciones que incluyen programas de formación profesional y de conexión con el colectivo empresarial con vistas a cumplir el objetivo de una inserción laboral más generalizada entre las personas con SD. Otras iniciativas más audaces consisten o podrían consistir en la aparición de pequeñas empresas gestadas desde el seno de las asociaciones.

Enlaces interesantes relacionados:
1.-http://www2.uca.es/huesped/down/socfam.htm
2-.http://www.elmundo.es/sudinero/noticias/act-28-1.html
3-.http://www.guiainfantil.com/salud/cuidadosespeciales/down.htm

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